Es habitual que los cucos parasiten los nidos de las mismas especies de aves por los que han sido criados. Por ejemplo, si un cuco es criado por una familia de petirrojos, este parasitará a petirrojos. A lo largo de mucho tiempo los cucos se han especializado en imitar el color de los huevos de sus madres adoptivas para intentar que pasen desapercibidos y de esta manera no sean expulsados del nido.
Si los huevos no son detectados, los pollos de cuco suelen nacer un par de días antes que sus compañeros del nido, ya que el tiempo de incubación de esta especie es más corta. A las pocas horas de nacer, el cuco con su pequeño tamaño y desprovisto de plumón, carga a su pequeña espalda todos los huevos del nido y los empuja fuera del mismo. Así se convierte en la única boca que tienen que alimentar sus padres adoptivos.
Los padres se esmeran en alimentar a su insaciable polluelo, que en pocos días puede llegar a doblar su tamaño hasta el punto de no caber en el nido, teniendo que abandonarlo, acomodándose en los alrededores del mismo donde sigue siendo alimentado.